domingo, 13 de enero de 2013

Pese a tener muy pocos años de existencia, a los directivos del Obradoiro CAB se les ocurrió a principios de los setenta la increíble idea de contar con un pabellón propio en el que poder seguir creciendo como club. La decisión fue (y también lo sería hoy en día) insólita porque muy pocas entidades deportivas cuentan con un terreno de juego de su propiedad. Aunque vino motivada porque la Federación advirtió al equipo compostelano de que no podía seguir jugando en el Gimnasio Universitario, donde disputó sus primeros partidos. Así fue como nació el viejo Pabellón de Sar, todavía presente en la memoria de muchos obradoiristas ya que durante 15 años fue la casa del club.

Y es que el actual auditorio del Campus Vida de la USC se había quedado pequeño para albergar los partidos del Obra. En la temporada 1973-74 el club debutó en la Segunda División (actual LEB) y la FEB obligaba a contar con un pabellón que tuviese parquet y medidas reglamentarias, condiciones que el Gimnasio Universitario no cumplía. Es más: carecía de gradas y marcador electrónico, y los aficionados que hace 40 años ya se entusiasmaban con el Obra no tenían más remedio que agolparse de pie en los laterales y los fondos. Cualquier parecido con un pabellón era pura coincidencia. Aunque el Obra no era el único en esa situación y el Pacense (de Badajoz) también jugaba en cancha de cemento. Curiosamente, cuenta la prensa local que el equipo que más se quejó por jugar en esa pista fue el club lucense de La Casera, que acabó absorbido por el Breogán.

Partido del Obra en el Gimnasio Universitario. El público
se ponía donde podía. (Foto: Cedida por Tonecho Lorenzo)
 
Lo cierto es que esa temporada 73-74 el Obra militará en Segunda División y seguirá jugando en el Gimnasio. Pero al comienzo de la siguiente, la 74-75, el club ya había iniciado la construcción de un hogar propio acorde con los tiempos, lo que permitió seguir jugando de forma provisional en el Campus universitario hasta la obligada mudanza. No solo iba a ser el primer pabellón cubierto que se edificaba en Santiago. También sería la casa del Obradoiro CAB, la que sería testigo de grandes éxitos y épocas turbulentas. De partidos históricos y de noches negras. Un lugar imprescindible para entender la historia de este club.

"Graves eran las dificultades y terrible el panorama económico, pero llevados de un gran entusiasmo e ilusión nos pusimos manos a la tarea", recordaría meses después Lalo Estévez, presidente del Obradoiro cuando se inauguró el pabellón y gran artífice de aquella obra junto al resto de directivos y otras personas, imposibles todas de nombrar. El propio Estévez analiza en aquella entrevista en El Correo Gallego algunas de las claves que hicieron posible que un club con 1.200 socios fuese capaz de impulsar la construcción de esa infraestructura. Una de ellas es el papel fundamental que jugó la Caja de Ahorros de Santiago, entidad integrada años después en Caixa Galicia.

La caja de ahorros regaló los terrenos en los que se iba a construir el pabellón, situados en el mismo emplazamiento donde a principios de los noventa se edificó el Fontes do Sar. Y facilitó el crédito necesario para afrontar el pago de las obras y la compra de algunos terrenos adyacentes. El coste de construir el viejo pabellón de Sar alcanzó los 32 millones de pesetas de la época. El acuerdo entre club y caja incluía la devolución a plazos del crédito, una cuestión que sería posible gracias a una subvención prometida por el Gobierno de Madrid (todavía no existían las autonomías) y que nunca llegó a cobrarse.

El presidente del Obradoiro, Lalo Estévez, habla en el acto de firma
de cesión de los terrenos para la construcción del pabellón
(Foto: El Correo Gallego)
Aunque las obras estuvieron paradas a principios de 1974, la elección como alcalde de Antonio Castro resultó clave para darle el impulso definitivo al proyecto. Cuenta la prensa local que la directiva del Obradoiro se reunió con Castro en febrero de ese año (a los pocos días de tomar posesión) y recibió el apoyo necesario para llevar a cabo la obra. Incluso se enviaron fotografías a Madrid para que la federación tuviese constancia de que Santiago dispondría en poco tiempo de unas instalaciones más que decentes.

¿Cómo era el viejo pabellón de Sar? El pabellón estaba formado por una pista central y dos gradas laterales, dejando los fondos libres para que los aficionados pudiesen pasar de una grada a otra. La gran novedad era el ansiado parquet para mayor gloria de tobillos y gemelos de los deportistas. También se construyeron cuatro vestuarios, sala de prensa, oficinas del club y un bar. En el exterior había un aparcamiento que con el paso del tiempo se convirtió (sobre todo en los días de lluvia) en un lugar idóneo para llenarse los zapatos de tierra y barro. Hay algunas cosas que no han cambiado.

Proyecto del futuro Pabellón de Sar
Mientras las obras avanzaban, la pasión por el baloncesto seguía creciendo en Compostela. Hasta el punto de que al comienzo de la temporada 1974-75 hay dos partidos (contra el Don Bosco y el Telefunken) en los que los aficionados se quedan fuera del Gimnasio Universitario por falta de espacio. No cabía ni un alfiler. Todo ello coincidía con la buena marcha del equipo que por aquel entonces dirigía Alfonso Rivera, de quien ya hemos hablado en este blog. Por eso se apuró al máximo el ritmo de las obras, en las que participaron varias empresas gallegas: Hijos de C.V. Otero se encargó de la ferretería, José Rodríguez Valladares suministró los áridos, Ceruelo proporcionó el mobiliario de las oficinas, Manuel Riego S.L. los materiales de decoración, Daviña realizó la instalación eléctrica y la obra general corrió a cargo de la constructora Fertax y de Hormigones Compostela, en Calo.

¿Cómo fue aquel proceso? Pues nada mejor que recordarlo con Rafael Astor, el ingeniero que se encargó del proyecto y de dirigir el proceso constructivo. Nos atiende con gran amabilidad para retroceder en el tiempo hasta 1974. "Construir el pabellón de Sar fue inolvidable porque fue mi primera obra, y quedé contento pese a que el terreno era muy malo", nos cuenta Astor. Y es que no fueron pocas las dificultades, sobre todo por el tipo de encargo recibido y por el impulsor del proyecto, un club modesto y humilde. "La calidad del proyecto siempre tiene que ver con el encargo. Y el encargo al principio fue una pista descubierta; luego, una cubierta; luego, había que ponerle gradas; luego, los vestuarios. Y eso afecta, aunque reconozco que me ha pasado muchas veces más en la vida", explica.

Exterior del pabellón una vez concluido, en 1975
(Foto: El Correo Gallego)
El ingeniero Astor, que contó con la colaboración inestimable de Amador Rodríguez en el control de las obras, asegura que los cambios en el encargo no fueron las únicas trabas para construir el ansiado pabellón. También influyó mucho el tipo de terreno en el que se iba a construir, próximo al río Sar y con el riesgo evidente de encontrarse todo tipo de acuíferos bajo el suelo. Un obstáculo importante si se tiene en cuenta que la ingeniería en los años setenta carecía de los avances que hay en la actualidad. "El pabellón se hizo por cimentación directa, pero el terreno era muy malo y hubo que hacer unos pozos para llenarlos después de terreno; se cambió el material malo por buenos materiales", detalla Astor.

Una vez solventados los problemas de cimentación el pabellón iba viento en popa, aunque todavía quedaban algunos detalles importantes. Uno de ellos era "el temor a las soldaduras" que tenía Astor, toda vez que se iba a colocar en lo alto de Sar "una estructura metálica de bastante luz para aquel entonces". También había que instalar las gradas prefabricadas. La certificación se demoró ligeramente pero llegó el gran día: el 23 de noviembre de 1974. Las obras estaban finalizadas y el Obradoiro CAB tenía al fin su ansiado pabellón pocas semanas después de haber cumplido sus cuatro años de existencia.

Clifford Luyk, en Sar - 1975
(Foto: Tonecho Lorenzo)
El primer partido oficial que se jugó en Sar tuvo como contrincantes al Obradoiro de Alfonso Rivera y al equipo madrileño del Cuartel de la Montaña. Con unos jugadores hipermotivados por estrenar las instalaciones y una afición que llenaba el recinto, el resultado fue demoledor para el Obra (126-80) y el partido cuentan que no tuvo mucha historia. Aquella temporada 74-75 fue la que terminó con el famoso partido en el que el se consiguió la salvación en Segunda División al vencer a La Casera de Lugo en un pabellón de Sar hasta la bandera. Tras el triunfo el público invadió la pista. Fue el año de Dave Stoczynski. Una gran temporada, sin duda.

Ese verano, el de 1975, será muy especial para el flamante pabellón de Sar porque se producirán varios acontecimientos de primer nivel. El primero es la presencia de la Selección Española para jugar un triangular contra el Obradoiro y el equipo norteamericano de la Universidad de Saint Johns. De ese triangular también hablamos en su momento en este blog, aunque ahora nos centramos en el partido que los Red Storm jugaron contra el equipo santiagués.

El 27 de mayo se jugó la final entre Saint Johns y la España de Díaz Miguel, que gana la selección (65-64) y deja algunas imágenes para el recuerdo. Una de las más emotivas es la de Clifford Luyk recogiendo la concha de plata de manos de un directivo de la Caja de Ahorros de Santiago. Sin embargo, no es hasta principios de septiembre cuando se produce la inauguración oficial del pabellón. La directiva se deja el alma en organizar un evento que sea difícil de olvidar y consigue montar un cuadrangular en el que participarán Real Madrid, Breogán, Universidad de Florida y Obradoiro. Las semifinales se juegan el 5 de septiembre y con los resultados esperados: el Madrid de Brabender, Luyk o Corbalán se merienda al Obra (97-41), y los norteamericanos vencen sin apuros (93-78) al equipo lucense.

Lleno hasta la bandera en Sar, en su inauguración - 1975
(Foto: Tonecho Lorenzo)
Por fin, el 6 de septiembre de 1975, casi un año después de que se jugase el primer partido, tiene lugar la inauguración oficial del pabellón de Sar. Antes de iniciarse el encuentro se produjo la bendición de las instalaciones por parte del arzobispo de Santiago, Ángel Suquía. En el palco compartieron sitio el alcalde compostelano, el gobernador civil, altos cargos de la Federación e incluso el rector de la USC. Todos ellos fueron testigos de la paliza que le dio el Real Madrid a la Universidad de Florida por un marcador de escándalo: 114-56.

El arzobispo de Santiago, cardenal Ángel Suquía,
el día de la inauguración - 1975 (Foto: Tonecho Lorenzo)
Desde ese momento el pabellón de Sar pasó a ser un elemento más en la vida de Santiago. Además de ser la casa del Obradoiro durante 15 años, también sirvió para acoger otros eventos como competiciones de fútbol sala, conciertos y actividades de todo tipo. Hasta que la construcción de los pabellones de Santa Isabel y el Universitario en los ochenta le quitó protagonismo.

Los grandes recuerdos deportivos de Sar estuvieron vinculados al baloncesto. Hay algunos partidos que crearon leyenda, como la primera visita del Real Madrid en competición oficial (1983), un encuentro que casi se suspende por la humedad y en el que se utilizaron unos ventiladores gigantes para secar la pista, como cuenta este artículo. O la visita del Barcelona. O uno de los primeros llenos hasta la bandera, contra el Vallehermoso. Sar también fue testigo de un Campeonato de Europeo Junior en 1976 (del que hablaremos próximamente en este blog) con figuras que lo fueron todo en el baloncesto europeo de los 80. Sin olvidar los derbys contra el Bosco de A Coruña, el OAR, el Breogán, el Porcelanas Santa Clara de Vigo... Y, por encima de todo, aquellos jugadores sin los cuales es imposible comprender la peculiar historia del Obradoiro.

Lleno hasta la bandera en el Obra-Vallehermoso (1974-75)
(Foto: Tonecho Lorenzo)
"Hoxe parece que está relativamente preto da cidade pero daquela chegar era unha aventura. As brañas de Sar chámanse así por algo. Cando iamos aos partidos había que levar katiuskas (...) O aparcadoiro era unha auténtica lameira, e aínda que a luz eléctrica era algo coñecido, alí parecía que aínda non chegara. Dunha vez aproveitando esa escuridade, recordo que a varios coches lles roubaran os radiocasettes durante un partido", me cuenta un amigo, Codesido, cuando le pregunto sus recuerdos de aquel pabellón. Y rescata un detalle fundamental: el humo.

"A xente fumaba, e moito. A campá que montaban facía que aquelo parecese un fumadero de opio", relata. Tampoco se olvida de un detalle muy importante: los problemas que tuvo el Obradoiro para ir devolviendo el dinero que gastó en la construcción de su casa. "Non sei sequera se o club chegou a pagar unha soa letra do crédito que pedira para construilo, era noso e alí dentro pasabámolo pipa", rememora. Además de los recuerdos, también me manda una foto de la época. Porque durante aquellos 15 también había chavales que esperaban el fin de semana para ver jugar al Obra. Cosas que no han cambiado.

La afición, en el viejo Sar
Pero el viejo pabellón de Sar fue envejeciendo y a finales de los ochenta ya se le empezaba a notar el paso de los años. Cuando Ghaleb Jaber accede a la presidencia en 1988 se analiza la posibilidad de reformar el pabellón, muy necesitado de una mano de chapa y pintura. Nunca llegó a tenerla porque el desarrollo urbanístico de Santiago se llevó por delante la vieja instalación obradoirista para construir el Multiusos Fontes do Sar en el mismo sitio. La temporada 1989-90 el Obra ya jugó en Santa Isabel. Y al mismo tiempo que el equipo rozaba la gloria en el famoso play-off, la piqueta derribaba el pabellón.

"No, no estuve allí cuando lo tiraron; y quizás debí haberlo hecho", confiesa Rafael Astor. La persona que ingenió la casa del Obradoiro decidió no presenciar cómo se tiraba uno de sus primeros trabajos. ¿Le dio pena? "Sí, lo sentí, claro". Pero Astor prefiere quedarse con los buenos momentos de aquella obra, la inestimable colaboración de Amador Rodríguez o "las conversaciones con el doctor Couceiro en su casa, un hombre que le dio un tremendo empuje al pabellón".

Hoy el Obra disfruta de su Fontes do Sar, con sus 6.050 plazas y un ambiente único que lo ha convertido en una de las Caldeiras de la ACB. Aunque todavía hay que pisar lama y barro para llegar a Sar. Un detalle casual (o no) que sirve para recordar los orígenes del club y los éxitos y fracasos que se vivieron en esos mismos terrenos de 1974 a 1989. Otros tantos están por llegar.

11 comentarios:

  1. eu tamen lembrome do fume o que mais......

    ResponderEliminar
  2. Yo tube la suerte de ir de vez en cuando gracias a un vecino que me llevaba, pués yo era joven y vivía a las afueras con mi madre. Allí aprendí a pelar las pipas con una mano, a alucinar con los bocatas y las botas de vino y a odiar el tabaco y los puros. La niebla que formaban no se me olvidará, así como la oscuridad que había por la corredoira para llegar al pabellón acrecentada los días de lluvia.
    Un equipo formado entre brañas y barro solo puede salir peleón y sufridor. Supongo que es nuestro ADN, forjado a base de esfuerzo de mucha gente, como nos recuerdas con estas historias.
    Gran relato Jacobo, gracias.

    ResponderEliminar
  3. Fantásticas historias, muchas gracias por todo este trabajo, se agradece mucho! Forza Obra :)

    ResponderEliminar
  4. Gran trabajo Jacobo, gracias a ti los jovenes se enteran de la historia de nuestro Obra.Un abrazo amigo.


    ResponderEliminar
  5. Enorme la labor de memoria historica que estás haciendo.
    viejos conocidos en las fotos, un jovencísimo Porto Buceta con mi entrañable amigo Pepiño de fondo.

    salud

    ResponderEliminar
  6. jacobooo...alucino contigoo..esto é ser Picheleiro de Verdade...!!!

    ResponderEliminar
  7. Muchos recuerdos me trae este pabellón, ahí comencé a jugar al básquet.

    ResponderEliminar
  8. E eu disfrutei dun concerto dos Tamara, co gran Pucho Boedo...
    Posteriormente, cada vez que escoitei a canción "O sapo"
    lembrei ese lugar e ese
    concerto...¡tempos aqueles!

    Carmen

    ResponderEliminar
  9. E eu disfrutei dun concerto dos Tamara, co gran Pucho Boedo...
    Posteriormente, cada vez que escoitei a canción "O sapo"
    lembrei ese lugar e ese
    concerto...¡tempos aqueles!

    Carmen

    ResponderEliminar